María Bottazzi: ‘Es muy probable que el coronavirus se convierta en un virus que estará circulando cada año’
María Elena Bottazzi, graduada en Microbiología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah, 1989), junto con su colega Peter Hotez, codirigen un equipo de casi 30 personas enfocadas en el desarrollo de vacunas para enfermedades tropicales y emergentes como el coronavirus.
Por Claudia Contreras, estrategiaynegocios.net
El COVID-19 llegó para quedarse. La variante del coronavirus que estalló en Wuhan, China, en diciembre de 2019 ya ha infectado a más de 80.000 personas.
Los síntomas más comunes son fiebre, cansancio y tos seca. Algunos pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea. María Elena Bottazzi, Codirectora del centro de desarrollo de Vacunas en Baylor college of medicine y Texas children’s hospital en Houston Texas, trabaja junto a un equipo de científicos en desarrollar una vacuna para frenar el avance de esta variante de coronavirus.
¿En qué se diferencia el actual coronavirus con el SARS de 2003?
“El SARS no era tan infeccioso, no se transmitía fácilmente. Pero tenía una tasa de mortalidad que era más alta. Mataba al 10% de personas infectadas. Pero el número de infectados no era tan alto. En el caso de este coronavirus, el SARS II (el COVID-19), la tasa de infección es muy alta. Ya hay más de 80.000 personas infectadas. La tasa de infección de 1 persona más de 4 personas pueden llegar a infectarse por estar en contacto con la persona original, pero la tasa de mortalidad es más baja. No es del 10%, practicamente es del 2%. Aunque se ve que los casos se transmiten rápidamente, en Latinoamérica, en EEUU, la tasa de mortalidad se mantiene baja”, explicó Bottazzi a E&N.
Bottazzi, que también fue Mujer Desafiante en 2018, se ha dedicado en los últimos 20 años de experiencia en desarrollar vacunas para enfermedades tropicales desatendidas y enfermedades emergentes como coronavirus.
Desde SARS hasta el COVID-19
En 2011 recibió financiamiento del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. La idea era encontrar una vacuna preventiva para el coronavirus SARS, que circuló en 2003.
“Con estos fondos, junto a un consorcio de univerdades e institutos, la Universidad de Texas en Galveston y el Centro de Sangre en Nueva York, logramos traer una molécula que específicamente es la molécula del coronavirus, que es la proteína que se acopla al receptor para que el virus entre en la célula”, detalló la científica hondureña. “La hipótesis es interferir moléculas que el virus usa para entrar dentro de las células humanas, y así prevenir que dicho virus logre infectar células. Una vacuna contra este receptor bloquearía la infección”, agregó.
La misión del equipo que lidera Bottazzi es reducir el impacto del presente coronavirus. Bottazzi puntualizó que en 2016 detuvieron el proyecto por falta de fondos. “Si hubiéramos podido desarrollar este producto que creamos en 2016, sería más fácil tenerlo avanzado. (Hoy) Estamos muy activos, trabajando casi 24 horas, 7 días para poder continuar, contribuir. Es un privilegio, tener equipos, científicos dedicados con experiencias específicas”.
¿Cómo se compara el SARS con el COVID-19?
“El SARS comparado con este SARS II es 80% similar”, apuntó Bottazzi.
La científica describió: “El SARS no era tan infeccioso, no se transmitía fácilmente. Pero tenía una tasa de mortalidad que era más alta. Mataba a 10% de personas infectadas. (…) La tasa de infección de una persona más de cuatro personas pueden llegar a infectarse por estar en contacto con la persona original, pero la tasa de mortalidad es más baja. No es del 10%, practicamente es del 2%. Aunque se ve que los casos se transmiten rápidamente, en Latinoamérica, en EEUU, la tasa de mortalidad se mantiene baja”.
En Estados Unidos, Bottazzi junto a múltiples científicos, entidades gubernamentales de EE.UU, incluso organizaciones de biodefensa están trabajando para crear un medicamente.
El proceso para producir una vacuna anti coronavirus
“El primer paso es hacer un estudio de toxicología regulado, evaluar que no haya ninguna toxicidad en un modelo animal. En paralelo, hacer preparativos para empezar un estudio clínicos. El primer estudio clínico tiene que ser un estudio de clínimo de seguridad e inmunogenicidad para ver la vacuna proteica pueda producir los necesarios anticuerpos, para neutralizar el virus. Al mismo tiempo, estar seguros de que hay una seguridad que está inmunizando pacientes”, explicó la científica. El proceso “puede tomarnos de 6 meses a 1 año porque uno tiene que pedir permisos adecuados a entidades reguladoras del país”, añadió.
El objetivo de la vacuna anti coronavirus es reducir “la severidad de transmisión, que no cause hospitalizaciones, ni muerte. Por eso es que independiente de otras estrategias como contenimiento, prevenir que se contagie por estar expuesta en lugares donde hay mucha gente (aviones o trenes) es buscar soluciones de largo plazo”.
Para Bottazzi, el virus del coronavirus llegó para quedarse. “Es muy probable que se convierta –no en un virus que causará brotes de vez en cuando–, sino que se convierta en un virus que estará circulando anualmente en todas las épocas del año como lo vemos con la influenza. La influenza siempre existe, está todo el año. Hay meses que es peor que otros, pero circula nomalmente. Los coronavirus causan estas gripes. Estos que son más severos ocurren cada década”.
En el escenario ideal, la próxima vacuna anti coronavirus debería de prevenir 100% el COVID-19. “Es decir que usted toma la vacuna y usted tiene 100% protección. Como se ve también con una vacuna contra influenza, a veces uno logra generar una vacuna que sea 100% protección”, dijo Bottazzi.
Una protección parcial es mejor que no tener protección. “La protección le da la habilidad que la infección sea menos severa, que no cause muertes, que no cause la necesidad para que una persona vaya al hospital, que pueda ser mantenida”. También, lo ideal sería tener una vacuna universal contra todas las variedades del coronavirus, “que tenga la posibilidad de predecir algún otro coronavirus que sea genéticamente diferente”. La gente que toma su vacuna de influenza cada año tiene una vacuna que combinan las características de los virus que andan circulando, explicó la científica codirectora del centro de desarrollo de Vacunas en Baylor college of medicine y Texas children’s hospital en Houston Texas. El desarrollo promedio de una vacuna puede tardar 10, 20 o incluso 30 años.
¿Cómo se propaga la COVID-19?
Una persona puede contraer la COVID-19 por contacto con otra que esté infectada por el virus. Según la OMS, la enfermedad puede propagarse de persona a persona a través de las gotículas procedentes de la nariz o la boca que salen despedidas cuando una persona infectada tose o exhala. Estas gotículas caen sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, de modo que otras personas pueden contraer la COVID-19 si tocan estos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. También pueden contagiarse si inhalan las gotículas que haya esparcido una persona con COVID-19 al toser o exhalar. Por eso es importante mantenerse a más de 1 metro (3 pies) de distancia de una persona que se encuentre enferma.
La OMS está estudiando las investigaciones en curso sobre las formas de propagación de la COVID-19.